Introducción

APÉNDICES: LA DINÁMICA

INTRODUCCIÓN

Cuando escuchamos una canción, o cualquier otro suceso sonoro (no tiene por que ser necesariamente musical), observamos que unas partes suenan más fuerte que otras y algunas todavía más que las anteriores, o menos; unos pasajes se oirán poco o muy poco y otros, en cambio, tendrán una gran sonoridad.

Es lo normal. Así es el sonido. Tiene dinámica.

La dinámica forma parte de la música como las notas, la duración o el tiempo. Muchos términos y signos la cuantifican: pianísimo, piano, medio fuerte, fuerte, fortísimo, crescendo, diminuendo,… La correcta interpretación de una obra musical no consiste sólo en “dar” las notas, también exige que se respeten con exactitud las variaciones de intensidad sonora, todos los matices expresivos escritos por el compositor.

Variaciones dinámicas

Variaciones dinámicas

Técnicamente, la dinámica hace referencia a la distancia que media entre las crestas de las distintas ondas que conforman una señal de audio.

Estas diferencias de amplitud de las ondas las percibimos como variaciones de volumen (ver el tema titulado “El sonido”).

Se dice que una señal (obra, canción, locución, etc.) tiene mucha dinámica cuando se aprecian muchas diferencias relativas de intensidad, con partes que apenas se escuchan y otras que suenan muy alto.

LA DINÁMICA EN LA PRODUCCIÓN MUSICAL

El problema de la dinámica en la producción musical

En una sala de conciertos la dinámica nada tiene de particular. Es más, es ahí en donde se aprecia realmente en su totalidad, en donde los pianísimos serán eso, pianísimos y los fortísimos serán fortísimos, impresionantes, cuando no sobrecogedores.

Pero en casa la situación cambia, intervienen otros elementos que condicionan el modo en que escuchamos o podemos escuchar.

Pese a ser algo “natural”, la dinámica del sonido plantea algunos problemas en el ámbito de la producción musical que debemos conocer y resolver.

Me explico:

Estamos en nuestro salón. Nos disponemos a escuchar la misma obra. Vamos a suponer que no hubo producción musical, que no fue aplicado ningún tipo de proceso y el sonido que ahora reproduce nuestro equipo de música es tal cual como fue grabado.

Reproducimos un pasaje suave… Ajustamos el volumen del equipo a un nivel que nos resulta agradable y nos acomodamos para escucharlo… De pronto, suena toda la orquesta a plena potencia.

¡Adiós altavoces! Y, seguramente, adiós, tímpanos y, casi, adiós, corazón (del susto).

Obtendremos un resultado similar en el supuesto de un intérprete que pasa de cantar o tocar muy suave en los pianos a gritar o tocar como un poseído en las partes fuertes.

No es más que un ejemplo simple, pero representa con claridad y de un modo muy intuitivo el problema: La música “enlatada” tiene unos límites en cuanto a la dinámica que puede soportar.

Otro problema habitual con el que nos encontraremos es el siguiente:

Una voz o un instrumento con grandes oscilaciones dinámicas es más difícil de integrar en la mezcla. La ganancia máxima que podemos aplicarle está condicionada por su pico más alto y, dadas sus variaciones sonoras y altibajos (premisa de la que partimos), las partes suaves, cuya ganancia no podemos incrementar debido a lo anterior, al enfrentarse con otros elementos de la mezcla cuya sonoridad es más uniforme y de mayor intensidad, quedarán eclipsadas.

Además de la dinámica propia de la música que acabamos de ver, también puede producirse por otras causas. Por ejemplo, por un mal uso del micrófono, cuando el cantante o instrumentista no mantiene una distancia constante y se aleja o acerca de forma aleatoria y no cuando debe hacerlo (acercándose cuando canta suave y alejándose cuando lo hace más fuerte).

Procesadores de dinámica: El control de la dinámica

Sea cual sea la causa, nos interesa controlar, en alguna medida, la dinámica del sonido para la producción musical. Con ello lograremos que la señal de audio esté convenientemente tratada y sea adecuada para la reproducción:

  • Conseguimos un sonido más uniforme y equilibrado, de manera que no tengamos que estar subiendo y bajando el volumen del equipo continuamente.
  • Será más sencillo integrar los diferentes elementos en la mezcla.
  • Prevenimos la distorsión digital que se produce cuando algunos “picos” se distancian en exceso del nivel medio de ganancia.
  • Evitamos la saturación de los altavoces o, incluso, que se estropeen.

La dinámica se controla mediante el uso de distintos aparatos específicos denominados procesadores de dinámica.

En general, constan de una o varias entradas por las que reciben la señal “seca”, sin manipular, y la someten a un proceso de atenuación eléctrica que varía según su diseño. Tras el proceso, que suele ser “en tiempo real” o instantáneo, una o varias salidas entregan la señal modificada.

Entre otras, realizan alguna o varias de estas acciones:

  • Reducen las diferencias existentes entre las partes fuertes y las débiles.
  • Controlan las diferencias extremas de intensidad.
  • Controlan los picos de señal.

La compresión. Es un proceso que consiste en reducir el rango dinámico de una señal de audio. Atenúa, en mayor o menor proporción, las partes de la señal que superen un nivel prefijado de intensidad.

La limitación. Procesador especializado en la eliminación de picos y, así, permitirnos aumentar la ganancia general de la señal.

La reducción de ruido. Proceso que actúa en la zona inferior de ganancia de una señal, impidiendo que se escuchen sonidos que queden por debajo de un nivel prefijado.

La expansión. Este aparato eleva la ganancia de aquellas partes de la señal que quedan por debajo de un nivel prefijado (es lo opuesto a la compresión).

La normalización. Proceso que eleva toda la señal hasta el límite máximo posible sin modificar su dinámica y sin que se supere el nivel a partir del cual se produciría distorsión.

De todos estos aparatos encontraremos versiones tanto en hardware como en software.

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1 comentario en “Introducción

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